sábado, 12 de julio de 2008

La revolución rusa

A principios del siglo XX, Rusia era un gran imperio que abarcaba desde las fronteras de Japón hasta las de Alemania. Su población era fundamentalmente campesina y analfabeta (el 80%).
Aunque, a partir de 1861, los campesinos rusos habían sido liberados de la servidumbre, todavía la nobleza terrateniente conservaba privilegios y se mantenían formas feudales de propiedad y dominio. La producción agrícola estaba poco tecnificada y sus rendimientos eran insuficientes.
El proceso de industrialización había sido dirigido por el Estado, el cual había promovido las inversiones extranjeras, la construcción de redes ferroviarias y de industrias pesadas. No obstante, la industrialización era incipiente, la burguesía era un grupo social muy reducido y había pocos obreros.
A pesar de todo, en Rusia se habían formado partidos políticos y organizaciones revolucionarias liberales, socialdemócratas y de socialistas revolucionarios, en las que intelectuales, obreros y una minoría de pequeños burgueses buscaban derrocar al zar Nicolás II Romanov. La idea de una revolución social iba cundiendo entre los pobres desempleados, los obreros y campesinos, quienes abrigaban grandes esperanzas: pan, mejores salarios y tierras.

La revolución de 1905
Como se recordará, los rusos se habían ido apoderando de gran parte de China, lo cual estorbaba las intenciones imperialistas de los norteamericanos, ingleses y japoneses. La situación de debilidad política en la que se encontraba Rusia hacia 1904 hizo que Japón viera la oportunidad de expulsarla para conquistar China y Corea.
En 1904, consciente de su superioridad militar y aprovechando la gran distancia que separaba a la capital de Rusia de los centros de combate, los japoneses realizaron una campaña bélica rápida y activa. Tomaron Port Arthur, ocuparon Corea y avanzaron sobre Manchuria. La anticuada flota rusa fue destruida por ellos. El zar, conmocionado por las derrotas militares y los movimientos revolucionarios que estallaban en ese momento en su territorio, pidió la paz. Estados Unidos de América e Inglaterra apoyaron esta decisión, pero vieron en los avances nipones un peligro, pues su triunfo garantizaba su preponderante influencia en el Extremo Oriente y posibilitaba el futuro desarrollo de su imperialismo en el Pacífico.
La guerra ruso-japonesa puso al borde el desastre al régimen zarista, el cual tuvo que pedir préstamos a Francia e Inglaterra.
En la frontera rusa con la Europa occidental se ubicaban cuatro importantes ciudades con un estilo europeo de vida y un escaso desarrollo industrial. Estas ciudades eran San Petersburgo, Moscú, Kiev y Odessa. Alrededor de ellas vivían pequeños propietarios, granjeros o arrendatarios. Los grupos educados de la población se dividían en occidentalizantes y eslavófilos. Los primero querían que Rusia adoptara plenamente el modelo capitalista e introdujera el parlamentarismo y el laicismo. Los segundo querían preservar la religión ortodoxa y la cultura campesina y tradicional.
En los años 1905-1906, en Rusia ocurrió una primera revolución que demandó la adopción de reformas democráticas. Este movimiento hizo tambalear al imperio. La crisis empezó cuando el ejército zarista disparó contra unos manifestantes que querían entrevistarse con el zar. A este día se le conoció como el Domingo sangriento. Este acontecimiento desató huelgas y revueltas populares en toda Rusia. Entre ellas destacó el motín de la tripulación del acorazado Potemkin, en Odessa.
Los bolcheviques decidieron participar en esta revolución que calificaron como democrático-burguesa para después tratar de transformarla en una revolución socialista con el apoyo de las masas campesinas. Además formaron consejos municipales y obreros locales: los soviets.
Ante el descontento general, el zar prometió formar una Duma o parlamento con funciones legislativas, respetar los derechos humanos y promulgar una Constitución. Se efectuaron algunas reformas agrarias: se repartieron tierras, se creó la pequeña propiedad campesina (kulaks) y comenzaron proyectos de colonización con los cuales se formó un incipiente proletariado agrícola.
Entre 1907 y 1912, la Duma regresó a su orientación autocrática- con apoyo de la policía-, y los líderes socialistas y sindicalistas fueron perseguidos. Pese a todo, el zar Nicolás II logró mantener la paz y emprendió proyectos de desarrollo industrial que permitieron una mejor situación económica.
Entretanto, la influencia de los partidos políticos en Rusia creció. Los más importantes eran el Partido Constitucional Demócrata que deseaba la implantación de una monarquía constitucional, el Partido Social Revolucionario de inspiración campesina y el Partido Socialdemócrata que seguía los principios revolucionarios marxistas. Algunos de sus miembros vivían en células clandestinas o en el exilio.
En el partido Socialdemócrata ruso habían surgido discusiones en torno a las ideas políticas de Marx. Éste había señalado que el advenimiento del socialismo se daría en los países capitalistas desarrollados, donde hubiera una clase obrera numerosa, preparada y consciente del significado de la lucha revolucionaria.
Las discusiones habían llevado a los socialdemócratas rusos a dividirse en dos grupos. Por un lado, los bolcheviques, seguidores de Vladimir Ilich Ulianov Lenin, eran radicales que estaban a favor de la voluntad del pueblo, pretendían la total transformación de la sociedad y la toma del poder político por el proletariado y los campesinos. Por otro lado, los mencheviques buscaban establecer primero la democracia parlamenteria, vinculándose más a la pequeña burguesía, en espera de la formación de un proletariado industrial revolucionario.

Lenin y la revolución bolchevique.
Los partidos socialdemócratas europeos habían advertido a sus miembros que la guerra tenía finalidades exclusivamente económicas que sólo beneficiarían a la gran burguesía y los Estados imperialistas. En 1916, cuando la Primera Guerra Mundial entró en una especie de parálisis, la hostilidad y las matanzas parecían confirmar la advertencia socialista de que el conflicto no le generaría ninguna ventaja a las grandes masas de la sociedad.
Rusia había movilizado a 13 millones de hombres y, para 1916, había sufrido dos millones de bajas y 4.5 millones de heridos. A causa de la guerra, la producción agrícola e industrial se había detenido. Las zonas rurales padecían escasez de alimentos. El inicial patriotismo con el que los soldados-campesinos rusos habían participado en la guerra había decaído y los desertores se multiplicaban. Cuando el ejército ruso estaba a punto de ser derrotado por el alemán, el régimen zarista se derrumbó.
En marzo de 1917 surgieron numerosos movimientos de protesta contra la falta de alimentos, la guerra y el autoritarismo del zar. Los obreros revolucionarios de Petrogrado llamaron a la huelga general. El zar ordenó a sus tropas someter por la fuerza a los rebeldes pero los soldados se negaron a disparar contra una multitud de mujeres trabajadoras y obreros industriales que pedían pan. Varios cuerpos del ejército se unieron a los manifestantes. Ante tal acto de desobediencia militar, el zar abdicó.
Se formó el Soviet de obreros y soldados de Petrogrado, el cual presionó a la Duma para instalar un gobierno provisional. Éste quedó conformado por demócratas constitucionales bajo la dirección del príncipe Lvov, quien llamó a Alexander Kerensky –el vicepresidente del Soviet de Petrogrado- a colaborar en su gobierno.
Se quería instaurar una república o monarquía parlamentaria según el modelo francés o inglés. Por ello, sus primeras medidas fueron declarar la libertad de prensa, reunión, asociación y huelga, conceder la amnistía general, y realizar elecciones de los miembros de la Asamblea Constituyente.
Espontáneamente, los soviets se multiplicaron y nuevamente se registraron levantamientos populares, inicialmente desordenados. El gobierno provisional no entendió las demandas populares o no supo cómo enfrentar los movimientos que se organizaban en su contra. Tampoco tenía una solución para el problema de la guerra.
La inestable situación política y las demandas de los trabajadores motivaron a muchos empresarios rusos y extranjeros a cerrar sus fábricas y comercios. Los campesinos, organizados también en soviets, ocuparon las tierras que abandonaba la nobleza terrateniente y se apoderaron de los graneros y los almacenes de madera.
El Soviet de Petrogrado tomó el mando de las fuerzas armadas y le disputó el poder político al gobierno provisional.
Por el aumento de las tendencias radicales, socialistas moderados y liberales formaron un nuevo gobierno provisional al frente del cual se colocó Kerensky. Sin embargo, éste fracasó debido a su empeño por continuar participando en la guerra, su negativa a distribuir tierras entre los campesinos y su decisión de aplazar las elecciones para conformar la Asamblea Constituyente.
En la primavera de 1917, el mariscal Lundendorff ayudó al principal líder de los bolcheviques, Vladimir Lenin, a trasladarse de su exilio en Suiza a Petrogrado. Los militares alemanes pensaban que con su presencia en Rusia se profundizaría el caos, lo cual sería muy conveniente a sus intereses.
A la llegada a Petrogrado, Lenin dio a conocer sus Tesis de abril, en las cuales propuso llevar adelante la revolución socialista consistente en darle todo el poder a los soviets, constituir una República de Soviets y nacionalizar la banca y la propiedad privada.
A pesar de ser menos numerosos que sus opositores mencheviques, los bolcheviques incrementaron su apoyo popular y finalmente los soviets –tras un intento de golpe de estado y un breve exilio de Lenin en Finlandia –sustituyeron al gobierno provisional.
Los revolucionarios bolcheviques tomaron el poder en octubre de 1917. se apoderaron por sorpresa del Palacio de Invierno, de los principales edificios públicos, del correo y la radio e hicieron que los diputados de la Duma se rindieran. En su lugar se fundó el Politburó del Partido Bolchevique con Lenin como presidente y Trotski, Stalin y Kamanev como sus colaboradores más cercanos.
A pesar de la fuerza popular que habían ganado los bolcheviques gracias al lema paz, pan y tierra, en enero de 1918 los mencheviques ganaron las elecciones que se celebraron en la Asamblea Constituyente. Sin embargo, la Asamblea fue clausurada por los bolcheviques con apoyo de las guardias rojas.
En los meses siguientes se dieron decretos para expropiar sin indemnización a los grandes terratenientes, respetar la libre autodeterminación de los pueblos que componían Rusia y para realizar nuevas elecciones a la Asamblea Constituyente. También empezaron las negociaciones para la paz.
Lenin creía que la revolución socialista podría extenderse al mundo entero. Aunque Rusia fue aislada por las potencias, la influencia de la Revolución de octubre fue enorme. Para el periodista norteamericano John Reed, quien había presenciado los acontecimientos, fueron diez días que estremecieron al mundo. El triunfo bolchevique y la toma del poder por el proletariado se difundieron por todas partes.

El “comunismo de guerra”
Considerando que la guerra tenía un carácter imperialista, los bolcheviques se retiraron de ella y a principios de 1918 firmaron la Paz de Brest-Litovsk.
Según este acuerdo, Rusia renunció a cualquier reclamación sobre Finlandia, las provincias bálitcas, Polonia y gran parte del Cáucaso y le cedió privilegios a la industria alemana establecida. Con la firma de la paz, los territorios que perdió Rusia fueron tres veces mayores que Alemania, incluían a un cuarto de su población total, una parte de su industria y las tres cuartas partes de sus reservas de hierro y carbón.
Las condiciones impuestas por Alemania y su aceptación por parte de los bolcheviques desataron una guerra civil y la intervención extranjera. Esto, sumado al caos económico y a la ausencia del respaldo socialista internacional que Lenin esperaba, propició que los bolcheviques adoptaran medidas de terror masivo por todo el país, como ejecuciones y detenciones contra los enemigos de la revolución.
Los burgueses y lumpenproletarios opositores fueron llevados a campos de concentración para ser reeducados. El zar Nicolás II junto con toda su familia fueron fusilados.
Los grupos antibolcheviques blancos, dirigidos por generales ex zaristas, intentaron restaurar el antiguo régimen, pero el ejército rojo, comandado por León Trotski y apoyado por los campesinos, los detuvo. En un año, Trotski entró victorioso a Petrogrado, Moscú y el Volga. Tampoco la intervención de tropas inglesas, francesas y japonesas resultó efectiva.
La Revolución de octubre les permitió a los bolcheviques organizarse en un Partido Comunista fuerte, disciplinado y centralizado que no admitió más que una sola tendencia, así como la conservación de la unidad de las distintas nacionalidades en un solo estado.
Lenin impuso la política del comunismo de guerra, que consistió en nacionalizar tierras, la industria y el comercio e implantar el racionamiento de los alimentos.
Los bancos fueron sustituidos por un sistema de trueque. Las propiedades de la Iglesia ortodoxa fueron confiscadas, aunque las iglesias permanecieron abiertas.
Un marxismo reducido y simplificado por el mismo Lenin se tomó como nueva religión. Por todo el mundo se organizaron partidos comunistas, movimientos campesinos y organizaciones obreras que tomaron como modelo los soviets.
A muchos socialistas, el modelo de partido comunista impuesto por Lenin no los convenció. Lenin retomaba la idea de Augusto Blanque de que una elite de revolucionarios profesionales o vanguardia revolucionaria debía constituir el núcleo dirigente de unas masas sometidas que debían apoyarlo.
A los partidos que se negaron a adoptar este modelo se les acusó de oportunistas y se les impidió tomar parte en la III Internacional, que sería controlada por los bolcheviques.
Con toda la movilización socialista de fines del siglo XIX, y ahora con la Revolución Rusa, una vez concluida la Primera Guerra Mundial, los Estados europeos se vieron obligados a aplicar un conjunto de reformas sociales que colmaran las demandas populares.
No obstante, el movimiento socialista europeo quedó dividido en dos secciones: una de socialdemócratas anticomunistas moderados y otra de comunistas disciplinados a la línea de Moscú.

ACTIVIDADES
Contesta las siguientes preguntas:
1.¿Cuál crees que sea la relación entre el 80% de la población rusa, a principios del siglo XX, era campesina y analfabeta con la revolución social que crearon?
2.¿Por qué la guerra ruso-japonesa puso al borde del desastre al régimen zarista?
3.¿Quiénes son los occidentalizantes y quienes los eslavófilos?
4. ¿A qué se le conoce como el domingo sangriento?
5.¿Qué son los soviets?
6.¿Qué es la Duma?
7.¿Cuáles fueron los partidos más importantes en Rusia a principios de siglo?
8.¿Cuál es el partido que discutía sobre las tesis de Marx y qué ocasionó dicha discusión?
9.¿A quiénes seguían los bolcheviques?
10.¿Qué buscaban los mencheviques?
11.¿Qué pasó en marzo de 1917?
12.¿Por qué muchos empresarios rusos y extranjeros empezaron a cerrar sus fábricas y comercios?
13.¿Qué pasó con las tierras que abandonó la nobleza terrateniente?
14.¿Qué son las Tesis de abril y quién las propuso?
15.¿Cuál era el lema de los bolcheviques?
16.¿Por qué los bolcheviques se retiraron de la primera guerra mundial?
17.¿Por qué los bolcheviques adoptaron medidas de terror masivo por todo el país?
18.Los grupos antibolcheviques blancos intentaron restaurar el régimen zarista, ¿lo lograron?
19.¿Qué les permitió la Revolución de octubre a los bolcheviques?
20.¿Qué es el comunismo de guerra?

No hay comentarios: