sábado, 21 de junio de 2008

EL CONFLICTO BÉLICO DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.

El recurso de la guerra ha sido continuamente usado a lo largo de la historia humana con el pretexto de ser el único remedio cuando la resolución de los conflictos por la vía política fracasa.
Durante la Primera Guerra Mundial se creó una nueva tecnología para perfeccionar e inventar máquinas e instrumentos para la destrucción. La guerra ocupó el aire, el mar y la tierra y, sobre todo en Europa, puso en movimiento a grandes masas de hombres y mujeres, quienes abandonaron sus actividades cotidianas para concentrarse sólo en el conflicto. A partir de entonces, cambió el papel de las mujeres en la vida social.

La disputa serbio-austriaca
Austria quería evitar que Serbia se convirtiera en líder del grupo de los estados balcánicos y, por las amenazas de los movimientos nacionales que buscaban la independencia, luchaba por mantener su situación de imperio multinacional y multilingüe. Después del asesinato del príncipe Francisco Fernando y su mujer, el gobierno austriaco consultó la delicada situación con Alemania, su aliada. Ésta le dio carta blanca, o sea, le aseguró brindarle su apoyo incondicional para que mantuviera su hegemonía en la zona.
Austria-Hungría le envió a Serbia un ultimátum de 48 horas, por el cual le exigió reprimir las acciones llevadas a cabo contra el Imperio, permitir que la policía austriaca investigara el magnicidio y castigar a los responsables. Por su parte, Serbia, que no estaba dispuesta a ir a la guerra, trató de arreglar el conflicto de la manera más conciliadora, pero alegó que las medidas que se le querían imponer violaban su soberanía.
La respuesta serbia le pareció insuficiente a Austria-Hungría. Acto seguido, el gobierno imperial rompió relaciones con Serbia y los militares austriacos se movilizaron. Por otro lado, el asunto les preocupó a los británicos, quienes tenían intereses en toda esta área geográfica por ser la conexión con Asia y el Medio Oriente. Los alemanes, quienes sí se preparaban para una guerra mayor, encontraron todo esto conveniente para ubicarse territorialmente mejor.
La situación también fue aprovechada por Rusia, la cual decidió apoyar a Serbia. De tiempo atrás, Alemania quería detener la expansión rusa a expensas de Austria y Turquía. Los gobiernos alemán y británico intercedieron para resolver el conflicto, pero no fue posible. Las flotas navales británica y alemana se concentraron en aguas territoriales en una visible confrontación. Con el afán de prevenir una intervención europea mayor, Austria le declaró la guerra a Serbia el 28 de julio de 1914.

El estallido del conflicto
Al día siguiente de haberle declarado Austria la guerra a Serbia, Rusia ordenó la movilización de sus tropas. Los alemanes le exigieron a los rusos que retiraran esta orden, pero ellos no lo hicieron. Alemania proclamó el peligro de guerra inminente y desplegó su ejército. Francia, como reacción contra su vecino, lo hizo así también. Alemania había previsto la necesidad de conquistar rápidamente a Francia, o sea, su frente occidental, para poder lanzarse contra los rusos antes de que éstos pudieran organizarse militarmente.
El 2 de agosto de 1914, Alemania le pidió al intromisión, pero los alemanes, violando la neutralidad belga, avanzaron. Esta agresión hizo que Gran Bretaña le exigiera a Alemania respetar a Béligca, lo cual equivalió a una declaración de guerra. En los días siguientes hubo un intercambio de declaraciones de guerra: Serbia a Alemania, Austria-Hungría a Rusia y Francia e Inglaterra a Austria-Hungría.
Al conocer la situación en Europa, Japón vio la oportunidad de ocupar las concesiones alemanas en China y de ampliar su zona de influencia desde el norte de China hasta el río Yang Tsé.
En unas cuantas semanas, el conflicto bélico se había extendido. Su duración sería mayor a los cuatro años (51 meses), del 4 de agosto de 1914 al 11 de noviembre de 1918. empezaban 31 años de guerra mundial, puesto que la Segunda Guerra sería la continuación de ésta.
Lo que había comenzado como un problema local entre Austria y Serbia se había convertido en una conflagración que se desplegaría por todos los océanos e involucraría al Medio Oriente, a una parte de África y Asia, a América y, por supuesto, a toda Europa. Las principales acciones bélicas se llevarían a cabo en los Balcanes y el océano Atlántico, a poca distancia de las islas británicas.
Según cálculos aproximados, la Primera Guerra Mundial –también llamada la Gran Guerra- tuvo un costo final de 10 millones de muertos en los campos de batalla, 20 millones de heridos graves o lisiados, cinco millones de huérfanos y 10 millones de refugiados.

La guerra en los frentes oriental y occidental.
El belicismo alemán respondía al proyecto del II Reich de buscar la unidad económica centroeuropea bajo su hegemonía. Alemania quería que este dominio irradiara como una estrella al este y al oeste, alcanzando desde Polonia al norte hasta Rumania al sur. Además, el II Reich quería ampliar sus posesiones coloniales y eliminar el dominio económico de la Gran Bretaña en el mar Mediterráneo, desde Marruecos hasta la India. Para ello, los alemanes promovían levantamientos nacionalistas entre los pueblos árabes.
Los planes expansionistas y anexionistas alemanes estaban motivados por una sobrevaloración de su potencia militar, por el nacionalismo y la creencia en su superioridad racial. Todo esto era promovido por los círculos de pangermanistas, los conservadores e incluso por una pequeña parte de los socialdemócratas.
Desde antes de la guerra, el conde Alfred von Schlieffen, jefe del Estado Mayor, había propuesto un plan de ataque en dos frentes: el oeste u occidental y el este u oriental.
A fines de agosto de 1914, en el frente occidental, Alemania había ocupado la mayor parte de Bélgica. Para septiembre se encontraba a poca distancia de París. A diferencia de lo ocurrido durante la Guerra –franco-prusiana, esta vez la contraofensiva francesa fue eficaz y el general Joffre logró detener el avance alemán con su victoria en la batalla del Marne.
A fines de octubre de 1914, las tropas franco-británicas y las alemanas se encontraron frente a frente en trincheras que habían sido cavadas en una larga línea que recorría desde el mar del Norte hasta la frontera con Suiza. Estas posiciones permanecerían así hasta el verano de 1918, variando sólo unos cuantos kilómetros en una dirección u otra. En las trincheras, los soldados pasaron meses o años enteros.

Desarrollo del conflicto.
Aquello que en su fase inicial había tratado de ser una guerra relámpago, o sea, la rápida derrota del enemigo, se transformó en una guerra de desgaste, con la cual se procuró agotar la resistencia del enemigo.
En el frente oriental, el ejército alemán, al mando del general Hindenburg, derrotó a los rusos en Tannenberg (26-29 de agosto de 1914), avanzó hacia el interior de los territorios rusos y obtuvo otras victorias en los lagos Masurianos (10-14 de septiembre de 1914).
Entretanto, Turquía cerró el paso de los Dardanelos (unica entrada al mar Negro) y se unió a los imperios centrales, provocando, como consecuencia, que los aliados (Rusia, Gran Bretaña y Francia) le declararan la guerra.
Para el invierno de 1914, la armada alemana tenía controlado el mar Báltico, pero Gran Bretaña había conseguido bloquear la costa atlántica y evitaba la entrada de alimentos y material de guerra a los puertos alemanes.
En mayo de 1915, Italia –la cual se había asociado con las potencias centrales cambió de bando. En un tratado secreto, Gran Bretaña y Francia le ofrecieron el sur del Tirol, la península de Istria, la costa dálmata, varias islas del Mediterráneo y pequeños territorios que todavía pertenecían al Imperio otomano. En esta situación, Italia le declaró la guerra a Austria-Hungría y, posteriormente, a Alemania.
Este mismo año, Alemania venció a los rusos en Polonia y ocupó Varsovia. Poco después, Bulgaria le declaró la guerra a Serbia. Bulgaria, junto con Alemania y Austria, ocuparon entonces Serbia y su pequeño aliado Montenegro.
En 1915 y 1916, Alemania puso en práctica el submarino, un arma nueva. Con ella logró hundir alrededor de 1 700 barcos británicos mercantes y neutrales e incluso el Lusitania, un barco de pasajeros, dentro del cual murieron 124 norteamericanos. A petición de Estados Unidos de América, en mayo de 1916, los alemanes abandonaron los hundimientos irrestrictos.
A fines de 1915, los imperios centrales habían logrado mayores éxitos que sus enemigos. En 1916 los alemanes no pudieron romper la línea defensiva occidental de Verdún, donde los detuvo el general francés Pétain y los británicos lo atacaron en el Somme. Sin embargo, ninguno de los dos bandos realizó acciones bélicas decisivas, aunque los alemanes mostraron su superioridad. Para ese momento, las muertes ya sumaban varios millones de hombres, sobre todo alemanes, franceses y británicos. La batalla de Verdún fue la más violenta. En ella murieron más de 300 mil personas y quedaron más de 400 mil heridos.
A mediados de 1916, Rusia obtuvo algunos triunfos y Rumania se unió a los aliados, pero los austro-alemanes la ocuparon a fines de noviembre y Alemania se anexionó parte de sus territorios.
En el frente occidental, la guerra entró en un punto muerto, tanto en tierra como en el mar. Las flotas británica y alemana se hallaba frente a frente en el mar del Morte, pero los océanos eran controlados por las potencias aliadas.
En 1917 nuevas batallas terrestres ocasionaron grandes pérdidas humanas. Con el fin de vencer a Gran Bretaña por hambre o antes de que la sometiera a ella, Alemania anunció el retorno de la guerra submarina irrestricta. En unos cuantos meses, hundió 2600 barcos, pero, esta vez, los vertiginosos adelantos de la tecnología inglesa detuvieron la destrucción. Estos adelantos eran, principalmente, hidrófobos, minas antisubmarinas y ondas ultrasónicas.
En cambio, en el frente oriental, Alemania derrotó a Rusia y consiguió que abandonara la guerra. Este retiro estaba motivado por la compleja situación que enfrentaba Rusia al haber triunfado la Revolución bolchevique en octubre.
Ese mismo 1917, Estados Unidos de América decidió declararle la guerra a Alemania, debido a la reactivación de los ataques submarinos. Los avances británicos y de sus aliados del Medio Oriente fueron considerables, pero el apoyo ilimitado de Estados Unidos de América, consistente en una gran cantidad de petrechos y hombres, fue lo que inclinó decisivamente la balanza a su favor.
Alemania aprovechó la Revolución Rusa para firmar la paz con Rusia en Brest-Litovsk (3 de marzo de 1918). Con este tratado, Alemania logró el control de Polonia, la costa del mar Báltico y Ucrania. Sin embargo, hacia esas fechas gran cantidad de tropas norteamericanas desembarcaron en Francia.
Por la llegada de los norteamericanos, Alemania –cuyos submarinos habían sido finalmente expulsados- se apresuró a concentrar sus tropas en los territorios orientales recién obtenidos.
No obstante, entre marzo y julio, llevó a cabo cuatro ofensivas locales que la volvieron a colocar cerca de París.
A fines de julio, los aliados –ayudados por el ejército norteamericano- lanzaron una ofensiva general en todos lo frentes y obligaron a Alemania a retirarse de sus posiciones occidentales. Para ese momento, ya se habrían celebrado varias reuniones entre jefes de Estado con el fin de analizar la situación europea tras la guerra y con el objeto de apresurar la firma de la paz. Con la firma oportuna Alemania podría garantizar el armisticio antes de que su territorio fuera invadido.
En su retirada, en forma de venganza, el ejército alemán llevó a cabo acciones de destrucción y en Turquía dio muerte a un enorme número de armenios (alrededor de un millón y medio). Éste se ha considerado el primer intento moderno de eliminar a todo un pueblo. Se asesinaron civiles a sangre fría, se incendiaron pueblos enteros. Mujeres, ancianos y niños, amarrados en filas por cuerdas, fueron llevados a montañas y desaparecidos, otros fueron torturados o conducidos al desierto donde parecían por inanición.

La competencia tecnológica
Con el ánimo de imponer su fuerza imperial y convertir sus economías en potencias intocables, ambos bandos persiguieron el éxito total. En ese afán, la obsesiva atención en el conflicto bélico permitió la invención de nueva tecnología que más tarde fue adaptada a instrumentos cotidianos de uso doméstico, o para facilitar el trabajo. La guerra fue el costo pagado a la nueva ola de modernización.
En profundas trincheras cavadas en el norte de Francia, donde tenían lugar los enfrentamientos con los alemanes, podían advertirse algunas novedades tecnológicas, como los fusiles de repetición que eran más rápidos y precisos que los anteriores, periscopios, bengalas, trampas explosivas y sistemas telefónicos.
Durante la guerra, los alemanes utilizaron lanzallamas y gases asfixiantes, pero el uso de máscaras por sus contrincantes les restó valor como arma de ataque. En algunas batallas se usó el tanque, de invención británica, pero su exceso de peso lo hizo inoperante.
Durante la Gran Guerra, la competencia por el dominio de los aires se desgastó. Las aeronaves fueron básicas en tareas de reconocimiento del terreno.
En las primeras semanas, los alemanes se inclinaron más por emplear dirigibles capaces de transportar carga pesada y, sobre todo, para el bombardeo. En cambio, los aliados usaron más los aviones de caza.
El francés Roland Garros fue el primer piloto de combate que contó con una ametralladora sincronizada a la hélice del avión. Él fue hecho prisionero por los alemanes, quienes adoptaron y utilizaron el procedimiento por su cuenta.
En 1914, los talleres Friedrichshafen –montados por Zeppelín- construyeron un dirigible cada seis semanas. Éstos, junto con los Tauben, llevaron a cabo varios bombardeos sobre París y Londres.
En enero de 1915, seis zeppelines atravesaron el mar del Norte y retornaron intactos a su base. A partir de entonces, los ataques aéreos entre los combatientes se multiplicaron, pero los alemanes fueron siempre superiores en este campo.
En 1918 los alemanes contaban con una flota de más de 100 zeppelines gigantes que podían cargar hasta 40 toneladas de explosivos a una altura de más de 2000 metros y a una velocidad de 130 km/h.



Actividades

1. ¿Qué ocasionó el asesinato de Francisco Fernando?
2. ¿Qué países entraron a la guerra y cómo fue su entrada?
3. ¿Cuánto duró la guerra?
4. ¿Por qué crees que a esta guerra le llamamos “mundial” aunque no participaron todos los países del mundo?
5. ¿Cuándo se retiró Rusia de la guerra?
6. ¿Cuándo entró Estados Unidos a ella?
7. ¿Por qué se menciona en el texto que “la guerra fue el costo pagado a la modernización”?
8. Según tu opinión, ¿la guerra es una manifestación de instintos humanos agresivos o es producto de malas organizaciones políticas? Explica y desarrolla tu respuesta.
9. Según tu opinión, ¿la guerra es el único modo de resolver los conflictos entre naciones?

sábado, 14 de junio de 2008

Preguntas de reflexión

Para recordar: Inequitativa distribución de la riqueza

El economista inglés John Maynard Keynes escribió, en su libro Consecuencias económicas de la paz, lo siguiente:
La inmensa acumulación de capital fijo que, en beneficio de la humanidad, se realizó durante la segunda mitad del siglo XIX no habría sido nunca posible en una sociedad donde la riqueza hubiera estado repartida de manera equitativa. Los ferrocarriles de todo el mundo que se construyeron en esta época, como un monumento a la posteridad, no fueron otra cosa, como las pirámides de Egipto, que el trabajo de una mano de obra que no era libre de consumir para su satisfacción inmediata la contrapartida completa de sus esfuerzos.


Mafalda

I. PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:
1.Sobre la cita de John Maynard K.
a) ¿Por qué el economista compara a los ferrocarriles del S. XIX con las
construcciones de las pirámides de Egipto? Explica.
b) ¿Crees que tiene razón? ´¿Por qué?

2.Sobre la tira cómica.
a) ¿Por qué crees que el personaje se queja de que le enseñen solamente hechos
pasados?
b) Desde cierta perspectiva, ¿tendría razón el personaje? ¿Si? (¿Cuál?) ¿No? ¿Por qué?

NOTA: Traten de desarrollar las preguntas lo más que puedan. Háganlo de una manera coherente, cuidando la redacción.

sábado, 7 de junio de 2008

La Primera Guerra Mundial

1. Antecedentes.
A fines del siglo XIX y principios del XX, los cambios tecnológicos y el desigual crecimiento económico crearon gran inestabilidad en el sistema internacional. El miedo de perder su preponderancia y el deseo de aumentar su poder económico había lanzado a las grandes potencias a una frenética lucha por conquistar los mercados de África, Asia y el Pacífico. Esta lucha se acompañó de una incesante carrera armamentista y de la creación de alianzas militares entre naciones.
Finalmente se organizaron dos bloques: los países de la Entente o aliados (Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos de América) y los Imperios centrales (Alemania y Austria-Hungría).
A pesar de las críticas de los socialistas y pacifistas a la guerra, la mayor parte de la población europea quedó convencida de que debía mantener la unión en sus países por encima de cualquier otra cosa.
El patriotismo y el entusiasmo por la guerra cundieron. Los hombres y las mujeres, sobre todo los de las grandes potencias industriales, se entregaron en cuerpo y alma a defender su nación del enemigo. Nadie sospechaba que significaría tal decisión.

La expansión del socialismo en Europa.
A principios del siglo XX, por Europa se había extendido la idea de que el sistema capitalista provocaba el egoísmo, la desigualdad y la injusticia sociales. El socialismo se miraba como el único proyecto capaz de sustituirlo.
Como se recordará, para ese momento, los partidos socialistas se habían multiplicado por todo el mundo y el número de sus miembros había crecido. La base de estos partidos estaba formada por los sindicatos obreros que constituían una importante fuerza de oposición contra la burguesía industrial. La huelga era su mejor arma de lucha y frecuentemente la utilizaban para conseguir mejores condiciones de vida y trabajo.
Los trabajadores defendieron su derecho al ascenso social y demandaron que las clases populares disfrutaran de todas las ventajas del mundo industrial. La expansión de la prensa, la educación y la publicidad habían generado nuevas necesidades materiales, como una alimentación más variada, mejores vestidos, casas habitación más amplias y con mayores comodidades.
En Inglaterra, la Sociedad Fabiana buscaba el avance paulatino del socialismo con el objeto de que la clase trabajadora llegara a dominar los destinos del Estado. Las ideas fabianas las recogió el Partido Laborista Independiente, fundado por Keir Hardie, del cual surgió el Partido Laborista (1906) –existente hasta nuestros días-. En sus inicios, este partido apoyó al Partido Liberal.
En Francia se había desarrollado una gran polémica entre mutualistas moderados, socialistas reformistas, socialistas revolucionarios y anarquistas. Esta polémica había dado lugar a la formación de varios partidos.
En Alemania y en las regiones germano parlantes, los socialistas estaban en el camino de conseguir la mayoría en las elecciones. Con gran influencia de los fabianos, Eduard Bernstein propuso una revisión de las concepciones de la socialdemocracia alemana y del marxismo. Como ya se señaló antes, se pensó que el marxismo se había equivocado, pues el nivel de vida de los trabajadores había mejorado, la educación se había extendido a las clases populares, los gobiernos habían reconocido a los sindicatos y la democracia gozaba de cierto respeto.
El liberalismo, el socialismo, el anarquismo y el nacionalismo se habían opuesto a las tradicionales ideas de las Iglesias Cristianas y, sobre todo, a las católicas.
A lo largo del siglo XIX, el poder de la Iglesia católica decayó por la proliferación de nuevas ideologías y también porque la Iglesia criticó la cultura moderna por negar la revelación divina y lo sobrenatural y por proponer la libertad de cultos y la moral autónoma. El rápido crecimiento de la población en las ciudades y los centros industriales no dio lugar a un incremento equivalente de la actividad religiosa.
Durante el papado de León XIII, las cosas cambiaron. La Iglesia propuso la doctrina del catolicismo social. El papa dio a conocer la encíclica Rerum Novarum (1891). En ella condenó los principios materialistas del socialismo y defendió el derecho a la propiedad privada y el concepto católico de familia; pero, por otro lado, también condenó la despiadada competitividad económica que generaba el capitalismo y la creciente acumulación de la riqueza en pocas manos.
El papa llamó a los católicos a crear asociaciones que ayudaran a paliar la pobreza, a defender los intereses de los trabajadores en las fábricas y el salario justo; a valorar la dignidad del trabajo y promover la creación de seguros médicos, de accidente y de vida. Por este medio, deseaba quitarle fuerza al socialismo.

El armamentismo
En los primeros años del siglo XX, se acumularon fuertes tensiones entre los Estados nacionales. En 1899 y en 1907 se celebraron dos conferencias internacionales por la paz en La Haya (Holanda) cuya finalidad fue detener la feroz competencia por la producción de armamento que había comenzado las grandes potencias a fines del siglo XIX.
Inglaterra y Alemania construían poderosos barcos de guerra, llamados acorazados, e incorporaban descubrimientos técnicos recientes a los rifles, las ametralladoras y la artillería. Ambas naciones consideraban que el dominio de los mares era el dominio del mundo y ambas estaban interesadas en ello. Las otras grandes potencias seguían caminos similares, sobre todo Francia, la cual no perdonaba el agravio sufrido a manos de los alemanes en la Guerra franco-prusiana y se inquietaba por el poderío bélico que acumulaba su vecina alemana.
En las conferencias de La Haya, la carrera armamentista no se pudo detener, en parte porque Alemania rechazó el desarme. Sin embargo, se concretaron algunos pocos acuerdos, como el tratamiento de los prisioneros de guerra. En caso de desatarse los conflictos bélicos, éstos debían ser alojados y alimentados adecuadamente, contar con asistencia médica y permiso para enviar y recibir correspondencia.
El estallido de una guerra entre las potencias era algo que podían prever los políticos y militares, los fabricantes de armamentos y los funcionarios de los gobiernos, pero que pasaba inadvertido para la mayor parte de la población europea. Una guerra generalizada de enromes y destructivos alcances era algo inimaginable. Pero en los últimos años del siglo XIX, con el auge de los movimientos nacionalistas, filósofos, poetas, artistas y profesores exaltaban el patriotismo, el sacrificio y el derramamiento de sangre de los pueblos. En ellos veían los valores esenciales que habían salvado la civilización. En pequeñas sociedades, en organizaciones tanto pangermanas como paneslavas y en asociaciones de excursionismo inglesas, alemanas y austriacas se transmitía la idea de la existencia de naciones elegidas por fuerzas supranaturales que tenían como destino realizar la misión civilizadora. En estas organizaciones se trataba de preparar a los jóvenes –a través del orden y la disciplina- para defender con fuerza y voluntad los valores de su cultura nacional.
Aunque lo que se exaltaba en todas la s potencias era el nacionalismo, había diferencia en los proyectos de cada una. Mientras intelectuales y científicos alemanes, austriacos y eslavos difundían el carácter enérgico y la superioridad de la personalidad de cada uno de sus pueblos; franceses y británicos defendían el liberalismo anglosajón y los principios de la Revolución Francesa como guías para el progreso y la salvación de la humanidad.
La enseñanza de la historia nacional contribuyó a exaltar los sentimientos patrióticos y nacionalistas. A los franceses se les enseñaba que el enemigo siempre había venido del este y que la más agresiva ofensa reciente era la del águila prusiana que le había arrancado a Francia la Alsacia y la Lorena.
En las escuelas alemanas se enseñaba que la nación germánica había sido conquistadora y colonizadora y que este pasado debía renacer, puesto que ella era la guardiana de la civilización occidental frente a la multitud de eslavos que la amenazaban desde el este. Los niños alemanes aprendían que su nación tenía que cuidarse del este pero también del oeste inglés y francés. Alemania se sentía rodeada y sabía que en caso de emergencia sólo contaría con la ayuda de Austria- Hungría y Turquía.
La historia de Rusia relataba las cualidades de los eslavos como pueblos unidos que habían sabido defender sus territorios de todos los invasores: primero de los guerreros escandinavos, después de los teutones y polacos y, más tarde, de los tártaros del sur y del peligro japonés.
Los socialistas denunciaron los preparativos de un conflicto bélico. También lo hicieron los partidos demócratas. El movimiento humanitario y pacifista tomó cuerpo y se inclinó por el desarme y establecimiento de organismos internacionales para dirimir los conflictos.
En este clima, el filósofo inglés Bertrand Russell fue una de las personalidades que advirtió el carácter agresivo y regresivo del ambiente cultural europeo, así como la posibilidad de una guerra de grandes magnitudes; rechazó todas las manifestaciones de nacionalismo y superioridad racial contenidos en las nuevas corrientes del pensamiento y adoptó una actitud pacifista, pero activa, que lo llevó a la cárcel.

Las alianzas políticas y las crisis marroquíes
Desde las últimas décadas del siglo XIX, las potencias habían establecido alianzas con el fin de aumentar su fuerza, apoyarse mutuamente en caso de guerra y ayudarse económicamente con inversiones o préstamos.
Tres imperios de Europa –el ruso bajo la dinastía Romanov, el austro-húngaro bajo la dinastía Habsburgo y el almeán bajo la Hohenzollern- organizaron la Liga de los Tres Emperadores (1873- 1878), pero ésta se debilitó por las fricciones entre Rusia y Austria en los Balcanes.
Para garantizar su posición frente a Rusia y Francia, Alemania reforzó su alianza con Austria. Ambos imperios firmaron un acuerdo (1879) defensivo y secreto, dirigido contra Rusia y eventualmente contra Francia. La presión ejercida por Inglaterra sobre Rusia, a causa de su expansión por Asia, motivó la firma de otro acuerdo secreto que no sería conocido hasta 1819. La firma de otro acuerdo secreto no sería conocido hasta 1918. Con él, Alemania, Austria y Rusia se comprometieron a mantener una neutralidad benévola en caso de que alguna de ellas fuera atacada por una cuarta potencia. Con ello nación la Alianza de los Tres Emperadores (1881-1887).
Los conflictos que enfrentaba Italia con Francia e Inglaterra por las posesiones coloniales propiciaron su acercamiento a los alemanes. Alemania señaló que una alianza con Italia tenía que incluir también a Austria. De aquí nació la Triple Alianza (Alemania, Austria e Italia). En esencia era un tratado defensivo respecto a Francia, del cual Austria e Italia sacaban grandes beneficios, pues podían practicar una diplomacia más enérgica. Más tarde se concretó la Doble Alianza entre Francia y Rusia.
Francia e Inglaterra habían llegado a entenderse en relación con ciertos problemas coloniales, como era el caso del norte de África. Francia había llegado a reconocer la posesión privilegiada de los ingleses en Egipto, e Inglaterra el derecho de los franceses a preservar el orden en el sultanto de Marruecos.
En 1902, después de ponerse de acuerdo con Italia y de planear con España la partición de Marruecos en dos protectorados, Francia empezó su penetración ahí. Como resultado de ésta, en 1904 fijó los límites de los protectorados y dejó a España en clara desventaja. Esto tuvo grandes repercusiones internacionales.
Alemania tenía intereses comerciales en Marrucecos y se consideró perjudiciada por los acuerdos de 1904. En lugar de hacer una reclamación frontal, los alemanes alentaron a los marroquíes a oponerse a los proyectos franceses. En 1905, el káiser Guillermo II desembarcó en Tánger y se declaró defensor del Islam. Esto desencadenó la primera crisis marroquí.
Como consecuencia del problema en Marruecos, Inglaterra, Francia y Rusia se unieron en la llamada Triple Entente (1905) contra los países de la Triple Alianza. Por primera vez, Inglaterra vio la posibilidad de intervenir en una guerra continental contra Alemania. La competencia naval entre Inglaterra y Alemania motivó a los ingleses a resolver sus diferencias coloniales con Rusia.
A partir de entonces, los países de cada uno de los dos bloques establecieron vínculos y compromisos con la finalidad de mantener el equilibrio de los poderes y protegerse del aislamiento en caso de agresión. Esto también significó que si llegara a ocurrir algún conflicto local, la guerra se expandiría en el continente.
En 1911 ocurrió la segunda crisis marroquí. El Reich había reconocido los intereses políticos de Francia en Marruecos a cambio de la libertad industrial y comercial de las compañías alemanas. En ese año hubo incidentes entre las compañías mineras francesas y alemanas, y Guillermo II mandó un cañonero a defender a sus nacionales. Francia, apoyada por Inglaterra, protestó pues temió el establecimiento de una base naval alemana en Gibraltar. Después de múltiples negociaciones, ambos imperios llegaron a un acuerdo, a través del cual Francia obtuvo el reconocimiento de su protectorado en Marruecos y Alemania compensaciones territoriales en el Congo. La paz se impuso de una manera muy precaria. Otros conflictos avivarían las discrepancias.

El ultranacionalismo en los Balcanes.
Desde fines del siglo XVIII, Polonia estaba dividida entre los tres imperios de Europa del este. A pesar de contar con una población entre 20 y 30 millones que se definía como polaca, sus principales ciudades estaban dominadas por otros: Varsovia pertenecía a Rusia, Danzing a Prusia y Cracovia a Austria-Hungría. Los polacos deseaban el renacimiento de una Polonia unida, independiente y autónoma.
Los países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia) habían sido incorporados al Imperio ruso y, a principios del siglo XIX, Rusia se había posesionado de Finlandia. En todas estas zonas, el zarismo había intentado la rusificación lingüística y administrativa para contar con una autoridad nacional. Sin embargo, Alemania también tenía intereses en esos territorios.
Si bien antes de estallar la Primera Guerra Mundial el Báltico era una zona de especial tensión, las dos regiones de mayor conflicto eran la frontera de Alemania con Francia y los Balcanes.
En los Balcanes existían muy distintos pueblos que reclamaban sus diferencias y particularidad religiosa, étnica, lingüística y territorial (serbios, eslovenos, croatas, albaneses, montenegrinos, macedonios, griegos, búlgaros y rumanos).
En 1908, los austriacos se anexionaron Bosnia-Herzegovina y frustraron la esperanza serbia de apropiarse de ese territorio. Algunas sociedades secretas serbias, resentidas por la situación, se prepararon para atacar al Imperio de los Habsburgo con actividades terroristas. La acción austriaca también afectó los intereses de otras naciones: de Rusia, la cual estaba interesada en la zona balcánica; de Turquía, la cual veía posibilidades de hacer renacer su autoridad en este territorio; y de Bulgaria y Rumania, porque tenían el proyecto de expandir sus territorios a costa de Austria.
En 1911 el gobierno italiano decidió emprender una ofensiva para su expansión colonial. Le pidió a Turquía que abandonara Libia y, ante la negativa turca, se lanzó al ataque. La Guerra italo-turca fue aprovechada por los servios y búlgaros, quienes sellaron, con Grecia y Montenegro, la Liga Balcánica contra el Imperio otomano. En esta situación de acorralamiento, Turquía firmó la paz con Italia (1912) y le cedió Libia y las islas del Dodecaneso. Pero los aliados balcánicos continuaron su embestida y se apoderaron de diversos territorios turcos. Por otro lado, Albania, con el apoyo de Italia, proclamó su independencia. Así, el mar Adriático se convirtió en un mar italiano.
En 1912 y 1913 ocurrieron dos guerras en los Balcanes. Cada nación se apropió de territorios turcos y entró en conflictos con las otras. La confusión fue creciente en esta zona. Mientras tanto, la Triple Entente y la Triple Alianza cobraron un carácter cada vez más agresivo, armaron sus cuadros y entraron en franca oposición. Alemania y Gran Bretaña procuraron detener las ambiciones de estas jóvenes naciones y contener los intereses rusos y austriacos. Simultáneamente, buscaron asegurar sus propios avances navales y coloniales.
Al concluir las dos guerras balcánicas, se intercambiaron territorios y se realizaron mutuas compensaciones. Todo estaba en relativa calma cuando, el 28 de junio de 1914, Francisco Fernando, el heredero del trono del Imperio de los Habsburgo, junto con su mujer, fueron asesinados en Sarajevo por un estudiante patriota bosnio-serbio, de nombre Gavrilo Princip, miembro de la organización secreta Unidad o muerte.


PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN.
1. ¿Cuáles son los antecedentes, que se mencionan durante todo el texto, de la Primera Guerra mundial?
2. ¿Por qué, a principios del siglo XX, se quería que el socialismo fuera un sustituto del capitalismo?
3. ¿A través de qué los trabajadores adaptaron nuevas necesidades a sus vidas?
4. ¿Por qué el papa León XII llamó a los trabajadores a unirse para la lucha por un trato laboral digno.
5. ¿Fracasaron o lograron sus objetivos las conferencias por la paz realizadas en La Haya?
6. ¿Qué países conformaban la Triple Entente?
7. ¿Qué países conformaban la Triple Alianza?
8. ¿Qué pasaba en la región balcánica a principios del siglo XX?

Actividades
1. Busca quién fue Karl Marx y cuál fue su papel dentro del desarrollo de las ideas socialistas.
2. Busca cuál es la posición del socialismo o comunismo respecto a la religión.