sábado, 31 de mayo de 2008

El imperio norteamericano

EL IMPERIO NORTEAMERICANO

Hoy, la mayor potencia mundial es Estados Unidos de América. Este lugar lo consiguió después de la Segunda Guerra Mundial*, pero la forma como logró colocarse en la cima de la economía, del poder militar, diplomático y político sólo puede explicarse si se analiza su historia anterior.

Desde que las Trece Colonias Inglesas de Norteamérica obtuvieron su independencia, pero, sobre todo, desde que comenzó su expansión hacia el oste –a mediados del siglo XIX- Estados Unidos de América ha marchado sin detenerse a la conquista de territorios y mercados y ha incrementado su producción agrícola e industrial, sus niveles de exportación de materias primas, tecnología y capitales y su poderío científico y militar.

El crecimiento interno de Estados Unidos de América se ha visto beneficiado por su política imperialista. A lo largo del siglo XIX, en forma paulatina y bien calculada, fue arrojando a Inglaterra, Francia y España del continente americano y delimitando su área de influencia. Su estrategia ha sido usar los recursos, la agresividad y la confianza en su “destino manifiesto” e intervenir política, militar y económicamente, primero en Latinoamérica y el Caribe, en las islas del Pacífico y Asia oriental y, más tarde, en el resto del planeta.

La esclavitud

En la primera mitad del siglo XIX, oleadas de jóvenes inmigrantes procedentes de Irlanda, Alemania, Escandinavia y Francia llegaron a Estados Unidos de América. La mayor parte de esta población buscaba trabajo, pero también que su credo religioso y su vida en libertad fueran respetados. Se ubicaron en los estados del norte donde, desde 1830, se desarrollaba una intensa actividad industrial. Sin embargo, pronto fueron atraídos por las riquezas del oeste, por sus tierras, sus minas, sus maderas, animales y pieles.

La gran aventura de conquistar el oeste se realizó entre 1843 y 1845. Entonces se organizaron numerosas caravanas de colonos, de las cuales muchas se perdieron y sucumbieron por hambre y otras cayeron en manos de los indios. En 1846 miles de mormones llegaron a Utha y establecieron pequeñas granjas, construyeron canales de riego y se impusieron vigorosos ritmos de trabajos y severas normas de conducta. En 1848 el descubrimiento de oro, plata y de otros yacimientos minerales aceleró la expansión hacia el oeste y desató la conocida fiebre del oro.

La expansión colonial forzó a los indios a renunciar a sus derechos sobre las tierras y aceptar vivir en reservaciones.

Pocos inmigrantes europeos fueron a los estados del sur. Aquí las condiciones de vida eran muy distintas. Predominaban grandes extensiones de tierra en manos de pocos dueños que se dedicaban al cultivo del tabaco, pero, sobre todo, del algodón. El 60% de los esclavos negros trabajaban en esta zona y constantemente se requerían más, pues la demanda de algodón de los grandes telares del norte iba en aumento y los dueños de estas plantaciones controlaban el monopolio mundial de este producto.

En la mayor parte de las plantaciones, los negros cubrían excesivas jornadas de trabajo y sufrían malos tratos por parte de los capataces, quienes también eran negros. Ahí vivían prisioneros y sus hijos nacían igualmente esclavos. Algunas sectas evangélicas habían encontrado la justificación de la esclavitud en la Biblia y habían visto en este sistema la clave de la prosperidad de la nación. Pero desde 1817, un movimiento abolicionista denunció la crueldad de los dueños de esclavos y luchó por acabar con la esclavitud.

En 1820 se estableció el Compromiso de Missouri, por el cual se permitió la esclavitud en los estados al sur del paralelo 36o. Con ello la nación quedó dividida oficialmente en estados esclavistas y antiesclavistas. No obstante, el movimiento abolicionista continuó creciendo y, para 1830, contó con 500 sociedades en el norte.

La existencia de estados antiesclavistas facilitó la huida de los negros del sur al norte. Estos trabajadores se refugiaban en casas de abolicionistas o buscaban emplearse con los empresarios capitalistas. Los amos de los esclavos demandaban enérgicamente su devolución. Para ellos, los esclavos constituían una mercancía que no estaban dispuestos a perder porque habían pagado dinero por ella. El conflicto entre norte y el sur fue severo pero lo que rompió totalmente el equilibro y empezó a encender los ánimos fue la pregunta de si sería permitida o no la esclavitud en los nuevos territorios que la Unión iba adquiriendo.

Napoleón Bonaparte le había vendido Louisiana a Thomas Jefferson (1803). Estados Unidos de América le había comprado La Florida a España (1819).

Los estados ubicados al norte del río Bravo, que pertenecían a México, estaban escasamente poblados y padecían la constante penetración de traficantes norteamericanos. Con la autorización del gobierno mexicano, desde principios del siglo XIX, grupos de colonos norteamericanos se habían instalado en Texas. En 1835 estos colonos se opusieron a la política centralista del presidente mexicano Santa Anna y proclamaron la Independencia de Texas. Santa Anna les declaró la guerra, pero ellos, con ayuda de la Unión, lograron vencerlo. En 1848 se firmó el Tratado de Guadalupe-Hidalgo por el cual México le cedió Texas a Estados Unidos de América con la frontera del Río Bravo, Nuevo México y la Alta California. Con ello, México perdió dos millones de km2.

Inicialmente, a los nuevos territorios conquistados se les prohibió la introducción de la esclavitud, pero más tarde se les dio autonomía para resolver el problema. Los yankees demócratas, que predominaban en el norte, consideraron nocivo para la nación que una mitad fuera libre y la otra esclavista. En cambio, los aristócratas latifundistas del sur argumentaron que sus intereses económicos descansaban en el trabajo esclavo y le pidieron al Congreso volver a permitir el tráfico de esclavos africanos.

El problema de la esclavitud se convirtió en la clave del mantenimiento de la unión política de los estados. En torno a este problema se desarrollaron intensos debates, entre los cuales sobresalió el sostenido entre Frederick Douglas –un antiesclavista hijo de padre blanco y madre negra- y Abraham Lincoln.

La Guerra de Secesión

En 1861 Lincoln fue elegido presidente de Estados Unidos de América. Sus ideas sobre la esclavitud no eran totalmente abolicionistas, pero su deseo de conservar la Unión era su meta más firme. Con Lincoln, los sureños sintieron que sus intereses estaban amenazados e iniciaron un movimiento secesionista o separatista.

El primer estado que empezó la escisión fue Carolina del Sur, seguido por Mississippi, Alabama, Florida, Georgia, Louisiana y Texas. Estos siete formaron los Estados Confederados de América y se propusieron elaborar su propia Constitución. Posteriormente a ellos se sumaron otros estados.

Ese mismo año (1861) estalló la guerra. Mientras en el sur se decía que se luchaba para mantener el país del hombre blanco, en el norte crecía la conciencia de que la secesión constituía un rudo golpe al republicanismo, la libertad y la democracia y, por tanto, había que combatirla.

Los estados Confederados del Sur eran más débiles en hombres, armas y dinero que los del norte. Pese a ello, desplegaron una furiosa resistencia. Los unionistas, en cambio, contaban con armamento moderno y un sentimiento patriótico mayor.

En plena guerra, Lincoln fue reelegido presidente. En esa época era claro que para salvar la unión había que abolir la esclavitud.

En 1865, los confederados entraron en graves problemas. No contaban con el reconocimiento internacional de Inglaterra y Francia, sus puertos estaban bloqueados al comercio y, a pesar de las batallas ganadas por el general Robert Lee, los ataques de los norteños causaban grandes bajas.

La guerra civil concluyó en 1865 a favor de los unionistas. Había provocado la mayor cantidad de muertos registrada en toda la historia de Estados Unidos de América, incluyendo las posteriores dos guerras mundiales, la guerra de Corea y la de Vietnam.

El sur y el oeste quedaron devastados, las carreteras, caminos y puentes destrozados y la población desmoralizada. Durante los siguientes 20 años, las cosechas de algodón y tabaco fueron muy escasas. En cambio, en el norte, el proceso industrial no se detuvo. La guerra había activado la economía y había traído prosperidad.

Alrededor de cuatro millones de negros alcanzaron la libertad y se lanzaron a las ciudades a buscar un nuevo futuro. Sin embargo, la población negra carecía de propiedades, dinero y formación escolar, lo cual la colocó en desventaja. Pocos negros consiguieron tierras o lograron instalar su propio negocio. Otros se hicieron obreros de las minas de carbón, las fundiciones de acero y las fábricas de tabaco. La mayoría regresó a las plantaciones para realizar los mismos trabajos, pero ahora en calidad de hombres libres.

Las constituciones de los Estados extendieron los derechos civiles –como la posibilidad de votar y ser votados- a los negros. No obstante, la integración de la población negra en Estados Unidos de América constituiría un problema endémico. Sociedades secretas como el Ku Klux Klan (el “imperio Invencible del Sur”) y otros grupos racistas usaron –desde entonces y hasta nuestros días- el terror y la violencia para impedir que los negros participaran en política y para que la supremacía blanca se mantuviera.

La revolución económica

Los norteamericanos tomaron de Inglaterra los primeros descubrimientos técnicos, pero les añadieron sus propias ideas y los adaptaron a sus necesidades.

Después de la independencia, Estados Unidos de América había dependido de Inglaterra porque era su mayor compradora de materias primas y de ella recibía préstamos y productos manufacturados. Esta situación se superó pronto debido al espíritu de empresa y la inventiva norteamericana. Las máquinas textiles heredadas de la tecnología inglesa se mejoraron, se construyeron máquinas y barcos de vapor, máquinas de coser, relojes, bicicletas, máquinas de escribir y se inventó el telégrafo.

Durante la Guerra de Secesión la industria del norte creció y se diversificó. La Unión mantuvo abiertas sus rutas marítimas con los mercados extranjeros, nació una nueva clase de especuladores, se crearon grandes fortunas y se estimuló la producción sobre todo la que estaba al servicio de la guerra, como uniformes, lámparas de queroseno, leche condensada y carne seca. También se hicieron los primeros experimentos para enlatar verduras.

Dos de los grandes secretos de la industria norteamericana fueron la producción en serie y la invención de piezas estándar. La producción en serie –basada en una desarrollada división del trabajo y en la cuidadosa programación de la producción en cada una de sus etapas- aumentó considerablemente el arsenal de mercancía. La fabricación y uso de piezas estándar o intercambiables permitió el rápido montaje y reparación de las máquinas.

Simultánea a esta revolución industrial, se dio una revolución agrícola. La colonización del oeste había permitido la instalación de granjas y la introducción de técnicas modernas para la producción de cereales, sobre todo de trigo.

Las reservaciones de los indios constituían un estorbo a la expansión, de modo que la guerra contra ellos se intensificó. Las matanzas de pieles rojas, sioux, cheyennes, navajos y apaches provocaron represalias de éstos contra los blancos en los llanos y las montañas.

Sin embargo, los ambiciosos mineros y colonizadores, así como los constructores de las grandes redes de ferrocarriles transcontinentales que unirían el Atlántico con el Pacífico, terminaron imponiéndose y lograron el casi completo exterminio de la población india.

La espectacular expansión territorial, el crecimiento de la población y el desarrollo de la economía norteamericana respondió el carácter ambicioso de sus hombres para quienes ni la Naturaleza ni otros pueblos podían ser obstáculos.


PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN.

1. Según varias afirmaciones a través de todo el texto, ¿cómo es qué Estados Unidos alcanzó un poderío mundial?

2. ¿Cuáles eran las diferencias entre los estados del sur y los estados del norte en Estados Unidos durante el siglo XIX?

3. ¿Cuándo Estados Unidos quedó separad oficialmente en los estados del sur y los del norte?

4. ¿Cómo es que Texas, un territorio originalmente mexicano, pasó a manos de los estadounidenses? ¿Qué presiente mexicano estuvo involucrado en esto?

5. Según el texto ¿quiénes fueron las dos minorías que han sido afectadas durante la historia de los Estados Unidos de América?

6. ¿Estas minorías, actualmente, ya no son perseguidas? Justifica y desarrolla

7. ¿Abraham Lincoln tenía cómo meta acabar con la esclavitud?

8. ¿Cómo se dio la revolución económica, mencionada en el texto, en los Estados Unidos?

Actividades

1. Investiga sobre la separación del estado de Texas de México. Resume la información y anótala.

2. Investiga qué es la Doctrina Monroe y anótalo con tus propias palabras. (no olvides citar fuentes)

3. Investiga qué es el Destino Manifiesto y anótalo con tus propias palabras.

sábado, 24 de mayo de 2008

El reparto de África

A partir de 1880 uno de los acontecimientos más importantes de la historia mundial fue el veloz reparto de África entre las potencias europeas. Si esto no hubiera ocurrido, quizá no se hubiera hablado con tanto énfasis de imperialismo.
Las reclamaciones de Alemania e Italia –que sintieron “haber llegado tarde al reparto”-, la ocupación de Egipto por la Gran Bretaña y las ambiciones francesas del Sudán occidental fueron detonantes de la lucha por concluir la total conquista de este continente. Sin embargo, múltiples intereses intervinieron también en este proceso: los préstamos bancarios en el África mediterránea, la extracción de aceites vegetales en el África occidental, la búsqueda de tierras, oro y diamantes en el África central y del sur. Esta expansión no estuvo exenta de conflictos con los pueblos nativos, los cuales opusieron resistencia de acuerdo con su capacidad militar, y fue llevado a cabo –como ya se dijo- por compañías por acciones protegidas por los gobiernos de los Estados.
Al prohibirse el comercio de los esclavos en Gran Bretaña, ésta perdió el interés por las colonias de la costa atlántica de África (Gambia, Sierra Leona y Costa de Oro). El comercio se orientó entonces hacia América del Sur, China y la India. No obstante, colonos ingleses se instalaron en la colonia de El Cabo –en el extremo sur de África-, en Nueva Zelandia y Australia.
En la segunda mitad del siglo XIX, Gran Bretaña consolidó su dominio en el Mediterráneo con la adquisición de tres bases navales (Gilbraltar, Malta y Adén) y la isla de Chipre; pero, sobre todo, con la obtención del principal lote de acciones de la Sociedad del Canal de Suez y la ocupación de Egipto, el cual, por conflictos financieros, había suspendido el pago de su deuda pública a Inglaterra y Francia. El nacionalismo egipcio se opuso a la ocupación inglesa de su territorio, pero los ingleses se impusieron con la fuerza militar. Su plan era adueñarse de todo el valle del Nilo con el fin de asegurar la ruta marítima hacia su más preciada colonia, la India.
La misión de la Gran Bretaña en África era conquistar “de El cabo al El Cairo”, o sea, de la punta sur hasta el noreste del Mediterráneo, una gran franja que ocupaba casi toda la mitad oriental de África. Avanzó hacia Nigeria y el Sudán y en el sur conquistó Rhodesia, después de vencer a los zulúes y ocupar Bechuanalandia. A fines del siglo XIX, Somalia, Kenia y Uganda también se transformaron en colonias británicas. Al vencer a los boérs (colonos de origen holandés) en la Guerra anglo-bóer (1899-1902) el Trasvaal (república Sudafricana) cayó en sus manos. Ahí se encontraban grandes yacimientos de oro y diamantes.
El imperio francés también tuvo un especial interés en el África mediterránea. En 1930 Francia había ocupado Argelia que sería la “Francia de ultramar”, el granero de Francia. A Argelia emigraron colonos franceses. A fines del siglo XIX eran más del 10% de la población. En 1881, a pesar de la oposición de Inglaterra e Italia, Francia instauró su protectorado en Tunicia y se disputó Marruecos con Alemania y Gran Bretaña. La ocupación francesa se extendió al sur por el Sahara (Mauritania y el África occidental). Francia quería consolidar su control sobre Senegal y hubo conflictos con Inglaterra por el Sudán. En 1865 ocupó la isla de Madagascar.
Francia, Inglaterra y Rusia eran las mayores poseedoras de colonias en Asia y África y en ellas habían encontrado un ancho campo para la actividad de sus compañías por acciones. Cuando Alemania e Italia lograron su unificación, tenían las mismas exigencias imperialistas que ellas, sin embargo, la tierra ya estaba ocupada y tuvieron que conformarse con los residuos. África era la única oportunidad, pero aun aquí sólo podían ambicionar los territorios que habían sido despreciados por otros.
Las grandes potencias se reunieron en Berlín (entre 1884 y 1885) con el fin de fijar las normas internacionales para la fundación de colonias en África. Se reconoció la independencia y soberanía del Congo, bajo la tutela de Leopoldo II de Bélgica, quien tenía planes de crear una gran empresa comercial y ocupar nuevas tierras en el corazón de África. Para este momento, Alemania ya había establecido relaciones comerciales privadas con distintos pueblos africanos y los protectorados de Togo, Camerún y África del sudoeste. Después fundó la Compañía de África Oriental para explotar una amplia zona entre Rhodesia y los Grandes Lagos. Esto creó malestar entre los ingleses porque obstaculizó sus deseos de apropiarse de toda la franja de El Cabo a El cairo.
Italia se estableció en Masaua (en el Mar Rojo), fundó la colonia de Eritrea y tomó una parte de Somalia. Entre tanto, Angola y Mozambique siguieron siendo posesiones portuguesas y una pequeña parte de Marruecos y Río de Oro posesiones españolas.
La ocupación de África produjo fricciones entre las potencias. Más adelante, estas fricciones culminarán en las crisis anteriores a la Primera Guerra Mundial.



Para recordar: Las civilizaciones africanas
Antes de que se emprendiera la masiva trata de esclavos africanos en los siglos XV y XVI en África habían existido grandes civilizaciones como la Ghana sudanesa, el imperio Mali o el de los songhais en el Níger medio.
Ante la demanda europea de esclavos, algunos jefes negros orientaron sus actividades a la captura de hombres para obtener a cambio de armas de fuego y artículos europeos. Las armas les dieron poder y les permitieron consolidar su autoritarismo. Estos jefes organizaron tribus a lo largo de las costas africanas y, con el fin de someter a las poblaciones, nombraron sacerdotes que leían el oráculo, adivinaban el futuro o realizaban otros tipos de magia.
Algunos pueblos africanos trataron de huir de las “cacerías de negros” y se refugiaron en el centro del continente. La desarticulación de sus antiguas religiones y tradiciones, así como el miedo a la esclavitud, desmoralizó a los africanos e inhibió su interés por desarrollar la agricultura y la manufactura. Se limitaron a sobrevivir con lo que encontraban a la mano o a consumir los productos introducidos por los europeos.
En estas condiciones, el sometimiento de las poblaciones africanas que quedaban “libres” a finales del siglo XIX fue relativamente fácil para los europeos, aunque se registraron múltiples resistencias –sobre todo de los pueblos musulmanes- al igual que grandes masacres.

ACTIVIDADES
1. ¿Por qué razones las potencias Europeas tenían intereses en África?
2. ¿Cuáles son las causas que se dan en el texto sobre la colonización de África? (Esta pregunta está relacionada con la anterior)
3. Identifica en un mapa dónde está El Cairo y El Cabo para identificar qué territorios planeaba conquistar Inglaterra.
4. ¿Quiénes eran las potencias qué tenían más colonias en África?
5.- ¿Cómo crees que se relaciona el que un pueblo no desarrolle una agricultura y una manufactura propias con la cuestión de que estos pueblos son fácilmente colonizados?
6.- ¿Cuál es tu opinión sobre el reparto de África? ¿Crees que esto influenció a que se causara la pobreza que actualmente se vive en todo ese continente?

sábado, 17 de mayo de 2008

El desarrollo del capitalismo

Las formas que han adoptado las culturas para sobrevivir materialmente han correspondido a particulares sistemas de ideas y creencias. La vida material y la espiritual constituyen una unidad indisoluble. Por ello, conforme el capitalismo se fue imponiendo, la manera de concebir el mundo y el sentido de la vida se modificaron. Pero también ocurrió a la inversa, conforme la manera de concebir el mundo y el sentido de la vida se transformó, el capitalismo se impulsó.
El sistema capitalista se acompañó de una misión civilizadora que pretendió legitimarlo y justificarlo. Esta misión impuso –en forma pacífica o violenta- los valores, las creencias y las costumbres propios de la llamada civilización occidental: la modernización, la fe en el progreso, la superioridad de los blancos, el cristianismo como suprema religión y el trabajo como la más elevada virtud. Frente a este complejo todos los obstáculos y resistencias puestos por los rebeldes o socialistas, por los pueblos primitivos o por imperios tradicionalistas como los asiáticos se derribaron.
La competencia entre las potencias por colocarse en el primer lugar, en la posición hegemónica, trajo fricciones, luchas y guerras que desembocaron en la primera conflagración mundial.

La idea del progreso
A lo largo del siglo XIX la industrialización prosiguió y se acompañó de descubrimientos científicos e innovaciones tecnológicas. En esta época, la idea de que la humanidad avanzaba hacia el progreso se consolidó y frecuentemente se unió a la idea de evolución. Se creyó que a lo largo de la historia los seres humanos se habían acercado a la verdad y que sus posibilidades para resolver problemas, ser felices y dominar su entorno eran cada vez mayores.
En la obra de varios pensadores franceses de la Ilustración, la idea del progreso ya se había expresado. El marqués de Condorcert, por ejemplo, escribió un libro titulado Esbozo de un cuadro histórico del progreso del espíritu humano, en el cual sostuvo que la liberación de los individuos de la opresión, la sumisión y la tiranía del destino era un episodio que indicaba la marcha hacia el perfeccionamiento humano.

El conde Saint-Simon dedicó sus mayores esfuerzos a descubrir leyes del progreso tan exactas como las leyes de las ciencias naturales. Como ya se señaló antes, para él la edad de oro de la humanidad se alcanzaría pronto, cuando la sociedad fuera dirigida por los industriales, los científicos y los artistas.La tesis de Saint-Simon se difundieron y tuvieron mucha influencia en la formación de la visión del mundo, la educación y las políticas científicas de los gobiernos. Su continuador, Augusto Comte, creó una nueva ciencia: la Sociología, encargada de estudiar la estructura y funcionamiento de las sociedades. Para ello propuso una nueva teoría: el positivismo, y la presentó como una nueva religión de la humanidad.

En el siglo XIX casi todos los proyectos de sociedad –incluidos los socialistas- afirmaron que la tendencia al progreso era natural, es decir, estaba dada por las leyes de la Naturaleza o por Dios. Nada ni nadie podía oponerse a este determinismo. La finalidad del conocimiento era encontrar la esencia, o sea, lo que determinaba el movimiento general de la Naturaleza y la historia de las sociedades. La actitud científica y racional era la interesada en conocer la forma exacta del comportamiento de esas leyes, en adecuarse y actuar conforme a ellas, e incluso en desplegar la voluntad para promoverlas. De esta forma, la fe en el progreso mantuvo muchos elementos de esa nueva religión que Comte había querido impulsar.

En el siglo XIX y aun en el XX, la fe en el progreso se convirtió en el fundamento del comportamiento de la burguesía. Con este principio se justificó la incesante acumulación de capitales y el dominio de los pueblos atrasados por las potencias imperiales europeas y por la norteamericana.

A pesar del reconocimiento generalizado de la idea del progreso, también surgieron dudas y críticas a ellas. El economista Thomas Malthus, en su Ensayo sobre el principio de la población (1798), avizoró algunos nubarrones al advertir que la población siempre crecía más aprisa (en progresión geométrica) que los medios de subsistencia (en progresión aritmética), lo cual en el futuro generaría hambre y violencia. El liberal inglés John Stuart Mill, aunque reconocía el progreso humano, advertía los peligros que podía traer el conformismo social y cultural. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche hizo un diagnóstico desesperado y trágico de su época y cuestionó el hecho de que sobre la razón y las creencias admitidas se crearan falsas esperanzas sobre el futuro. Para él, lo que realmente movía a los seres humanos no eran las virtudes, sino el instinto, el miedo, el egoísmo, el ansia de poder y la voluntad de dominio.

La segunda Revolución Industrial
A lo largo del siglo XIX la población europea se cuadriplicó. El crecimiento de la población y del consumo de mercancías impulsaron la producción industrial que requería cada vez mayor cantidad y diversidad de materias primas. La necesidad de materias primas incidió en el descubrimiento y explotación de nueva fuentes, muchas de las cuales se encontraron en el continente americano, en la Europa del este o bien en las colonias asiáticas y africanas.
A partir de 1860, en Europa y Estados Unidos de América, se registró una nueva ola de grandes descubrimientos científicos y adelantos técnicos. A este fenómeno se le conoció como la Segunda Revolución Industrial.

Aunque en los países industrializados la actividad económica fundamental siguió siendo la agricultura, la fabricación de máquinas, armas y vehículos de transporte; la siderurgia, la industria química y la electrotécnica fueron concentrando mayores inversiones. Esto condujo a los países no industrializados a desempeñar el papel de surtidores de granos y otros alimentos y materias primas. Entre 1800 y 1900 se inauguraron áreas agrícolas de explotación en regiones subdesarrolladas y se descubrió la mayor parte de las riquezas minerales, como el níquel en Canadá, el cobre y el zinc en Australia, el salitre en Chile y el estaño y el caucho en Malasia.
La economía mundial entró en una mayor interdependencia. Los países pobres y ricos se necesitaron mutuamente. A esta época se le ha considerado como la primera globalización de los mercados.

Los grandes volúmenes de importación y exportación de mercancías tuvieron un fuerte impacto en el desarrollo de las comunicaciones y los transportes. Se necesitaban vehículos que soportaran cargas pesadas y cruzaran grandes distancias a alta velocidad. Asimismo, era necesario dinamizar los negocios y mantener una permanente comunicación entre compradores y vendedores.

Gracias a los avances de la electricidad, la comunicación a la larga distancia –inalámbrica o por radio- se hizo posible. Desde 1836 Morse había inventado el telégrafo. En 1845 se inauguró el telégrafo público y para 1877 se instaló el teléfono (Grahan Bell), más adelante perfeccionado por Edison.

En la segunda mitad del siglo XIX, en toda Europa se tendieron redes de ferrocarril. La introducción de los ferrocarriles provocó gran euforia entre los usuarios. Simbolizaron el control de la Naturaleza por el hombre y la tan deseada marcha ascendente hacia el progreso. El mundo se achicó y los viajeros se sintieron potentes y libres.

El ferrocarril disciplinó a su clientela a horarios precisos de llegada y salida. El “tiempo es dinero”, hay que “ahorrar tiempo”, no debe “mal gastarse el tiempo” fueron algunas frases que, aunque no eran nuevas, se hicieron populares en esta época. Éstas indicaron cómo se había extendido la conciencia del tiempo. La división en horas, minutos y segundos fue un factor para el cálculo de las jornadas de trabajo, las distancias y el ordenamiento de los flujos de seres humanos y capital.

A la Segunda Revolución Industrial se le conoce también como la “era del ferrocarril” y también se le ha llamado la “era del acero”. A partir de 1875 se empezó a usar el acero para la construcción de máquinas, herramientas y armamento y se descubrió el acero inoxidable. El acero tiene propiedades exclusivas para la construcción de motores de combustión interna, generadores eléctricos y turbinas de vapor. La sustitución de rieles de madera y hierro por los de acero le permitió a las locomotoras transportar grandes volúmenes y cargas pesadas a gran velocidad y reducir el costo del transporte. Más adelante se diseñaron líneas aerodinámicas para reducir la resistencia de las locomotoras al aire. Los barcos también recibieron los beneficios del acero. Los cascos de madera fueron reemplazados por cascos de acero y se incorporaron calderas y hélices de este metal. Con ello, también los barcos aumentaron su capacidad de cargo y velocidad para cruzar los océanos. El desarrollo de los ferrocarriles y los barcos de vapor permitió a los europeos comprar grandes cantidades de trigo a Rusia y América.
El automóvil también se desarrolló gracias al uso del acero. El Lenoir, Hugon y Otto fueron fabricados en la década de 1860. le siguió el Gottlieb Daimler y el Kart Friedrich Benz fabricados en Alemania, Inglaterra y Francia.

Parte importante de la Segunda Revolución Industrial fue el descubrimiento de la disposición estructural de los átomos en una molécula, lo cual se aplicó a la química industrial, y el descubrimiento de fuentes petrolíferas subterráneas. En ellas se aplicaron nuevos métodos de extracción de petróleo crudo y de refinación.

Los primeros grandes yacimientos de petróleo se descubrieron en Pensilvania en 1859. La Standard Oil se fundó en 1870. en su fase inicial, el petróleo se usó para fabricar lámparas de queroseno, lubricantes, grasas y combustible bruto de uso doméstico. Posteriormente fue imprescindible para la industria y los transportes. También en este terreno sirvió el acero, pues permitió perfeccionar los barrenos rápidos para la extracción del petróleo y más adelante para la explotación de diamantes en Holanda y en Estados Unidos de América.
Los experimentos científicos con electricidad se aplicaron a la gran industria a fines del siglo XIX. Grandes plantas generadoras fueron instaladas en Londres, Nueva Cork y Milán. Esta nueva fuente de luz, calor y energía contribuyó a cambiar el sentido del tiempo y de la vida. Al permitir que las noches iluminadas alargaran los días, los restaurantes, los bares, los conciertos, la ópera, el teatro y otros espectáculos emplearon gente y modificaron los usos y costumbres, así como la fisonomía de las ciudades.

El desigual desarrollo económico.
A lo largo del siglo XIX, Inglaterra, Francia, Bélica, Holanda, Alemania, Estados Unidos de América y Japón consolidaron su posición como grandes potencias económicas y militares. La nueva tecnología y los avances científicos ocurrieron fundamentalmente en estas naciones. Aquí, el desarrollo del capitalismo fue mayor porque sus poderosas compañías por acciones –ahora poseedoras de ferrocarriles, concesionarias de canales y propietarias de consorcios- mantuvieron buenas relaciones con sus gobiernos. No obstante, sin llegar a adquirir su riqueza, a finales del siglo XIX y a principios del XX, en Italia y la península Ibérica, en los países escandinavos y en la Rusia europea, en algunos países de América Latina y, sobre todo, en Canadá, también se fueron introduciendo algunos adelantos. Para el siglo XX todo el planeta participaba de una u otra forma, en el sistema capitalista mundial con sectores agrícolas o mineros dedicados al comercio internacional o bien a la manufactura y la industria.

El desarrollo del capitalismo ha sido desigual, así también la concentración de la riqueza y el bienestar. Según algunos pensadores –como el sociólogo alemán Max Weber- el racionalismo, el sentido de la responsabilidad en el trabajo, el ahorro, el individualismo y el pensamiento libre y creativo fueron cualidades que favorecieron del espíritu de empresa y la rápida expansión de la industria y el mercado.

En cambio, la ausencia de estas cualidades en pueblos extraeuropeos o pertenecientes al Hemisferio Sur de plantea ha sido el mayor freno del progreso. Pero lo que realmente explica los diferentes grados de desarrollo es encuentra en la historia de la conquista de los mercados. En ella puede advertirse cómo las grandes potencias europeas, junto con Estados Unidos de América y Japón, utilizaron diversos métodos para obligar o convencer a los pueblos de explotar y vender sus recursos naturales y humanos y de comprar lo que los países industrializados ofrecían. Se intentó que, de la noche a la mañana, se borraran las antiguas tradiciones y se adoptaran las reglas del capitalismo y la burguesía liberal.

En las últimas décadas del siglo XIX empezó una nueva fase de colonización mundial, la cual se ha designado con el nombre de imperialismo. Con anterioridad, la palabra imperialismo se había referido al derecho del Imperio Británico de defender su comercio internacional y sus colonias, así como el impulso expansionista francés en tiempos de Napoleón I y Napoleón II. Ahora, el término indicó tanto el derecho de las grandes potencias imperiales a defender sus intereses coloniales como la nueva tendencia de la economía mundial.

En la época del imperialismo –que coincide con la Segunda Revolución Industrial- las potencias imperiales no se interesaron en ocupar territorios y probarlos con colonos o fundar bases comerciales como había ocurrido desde el siglo XV. En esta época, su mayor interés fue invertir en otros territorios para controlar la producción y transportación de valiosas materias primas, emplear su mano de obra barata y crear nuevos mercados que compraran sus productos, sobre todo, sus máquinas.

Europa otorgó préstamos a los países colonizados para que los invirtieran en los transportes y comunicaciones necesarios para la exportación de materias primas. Por ello, la infraestructura de las colonias (ferrocarriles, puertos, carreteras y caminos) se construyó para el servicio de las metrópolis, generalmente siguiendo una línea recta entre las plantaciones y minas y los puertos. Estos préstamos debían pagarse según las condiciones fijadas por las compañías, los bancos y grupos financieros de las primeras potencias.

Entre otros muchos factores, el crecimiento de las deudas de los países colonizados y la corrupción de sus gobiernos y burguesías locales impidieron su industrialización. Las elites sí consumieron los productos manufacturados de los países desarrollados, pero no la mayoría de la población que se mantuvo en la pobreza. No obstante, las metrópolis transformaron las arcaicas relaciones económicas mantenidas por siglos en las colonias por unas más modernas basadas en el trabajo intensivo y especializado. Estos cambios estuvieron acompañados de la difusión de los conceptos culturales, valores religiosos, usos y costumbres de la llamada “civilización occidental”.
Aunque el interés económico fue el básico, la nueva conquista de los mercados tuvo que aparentar no ser bárbara o injusta. Cada una de las grandes potencias desarrolló la idea de haber sido elegida por fuerzas providenciales o supranaturales para civilizar al resto del mundo.
Estas misiones civilizadoras insistieron en la división del mundo en razas inferiores y superiores, en pueblos desarrollados y primitivos, en naciones cultas e ignorantes, educadas o bárbaras. Con ello llegaron a justificar incluso el exterminio de poblaciones enteras.

A partir de 1880 las grandes potencias entraron en una intensa competencia por el control de los mercados. En Europa esta competencia propició numerosos pactos y alianzas, con los cuales se trató de evitar la violencia y mantener el equilibro. No obstante, el clima de tensión mundial se fue incrementando. Las grandes potencias industriales crearon sus esferas de influencia o zonas de acceso exclusivo y se repartieron completamente el mundo.
Todos los territorios apetecibles de África y muchas regiones ricas del Medio Oriente y Asia se convirtieron en esferas de influencias de las potencias europeas.

La formación de los nuevos Estados Nacionales había fortalecido la creencia en que el futuro sería para las naciones industrialmente más fuertes, o mejor dotadas, y para aquellas que acumularan mayor voluntad o inteligencia. La política internacional se convirtió en una lucha entre las potencias por colocarse en el primer lugar, por tener la supremacía o hegemonía mundial. Por ello, a finales del siglo XIX empezó un proceso de rearme, principalmente naval, pues se pensó que el dominio del mundo estaba en control de los mares.

PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN
1. ¿En qué consistió la misión civilizadora que intentó justificar al capitalismo?
2. ¿Qué opinas sobre la tesis de Condorcet en su Esbozo de un cuadro histórico del progreso del espíritu humano?¿Crees que es cierta o falsa? ¿Por qué?
3. ¿Cuál es tu opinión sobre la tesis de Saint Simon? ¿Por qué?
4. ¿Quién es el fundador de la Sociología?
5. Menciona cual era la actitud que se tenía ante el progreso en el Siglo XIX. ¿Compartes esa opinión? ¿Si? ¿No? ¿Por qué?
6. ¿Por qué en el texto dice que la fe en el progreso se convirtió en la justificación del comportamiento de la burguesía?
7. ¿Cuál era la tesis de Thomas Malthus en su Ensayo sobre el principio de población? ¿Crees qué es verdadera o falsa? ¿Por qué?
8. ¿A qué se le conoce como la Segunda Revolución Industrial?
9. ¿Qué simbolizó la entrada del ferrocarril en Europa en el siglo XIX?
10. ¿Cuál fue la importancia del acero?
11. ¿Cuáles son los factores que propone Max Weber que propiciaron la expansión de la industria y del mercado en Europa? ¿Crees que esta tesis es cierta o falsa? ¿Por qué?
12. ¿Crees que es una coincidencia que el Imperialismo haya coincidido con la Segunda Revolución Industrial? ¿Por qué?
13. ¿Qué impidió el desarrollo industrial de los países colonizados?
14. ¿Por qué crees que Europa ayudó por medio de préstamos a los países colonizados para que invirtieran en transportes, comunicaciones (necesarios para la exportación de materias primas)?

domingo, 4 de mayo de 2008

Introducción a la historia

Definimos a la historia como el estudio de los hechos humanos trascendentes, es decir, todos aquellos hechos que han tenido consecuencias importantes en el desarrollo de las sociedades. La historia empieza con la escritura, ya que es con ella cuando el ser humano puede plasmar por escrito lo que acontece en su alrededor, o sea, es cuando queda un testimonio perdurable de los hechos que le rodean. Le llamamos época Prehistórica al periodo en el cual no existía la escritura, pero sabemos de ella gracias a los fósiles y a las creaciones humanas (vasijas, pinturas, collares, etc.).
La escritura es muy importante para el estudio de la historia, gracias a ella tenemos testimonios de acontecimientos pasados. Las culturas orales, que no poseen escritura, viven del presente, es decir, los recuerdos que ya no les afectan directamente son desechados (a estas culturas se les llama homoestáticas) . La falta de escritura no les permite recordar todo. La escritura, a las culturas que la poseemos, nos sirve para tener memoria. En los libros y códices se encuentra escrito el trayecto de la humanidad.
El concepto de "verdad" no tiene nada que ver con las definiciones de prehistoria e historia. Si bien es cierto que la historia se inicia con la escritura, esto no quiere decir que todos los textos escritos sean verdaderos. Por el contrario, muchos textos denominados históricos han sido falseados para favorecer cierta ideología, persona o sistema político.
Formalmente hablando, podemos considerar al ateniense Tucídides (460 a.C. -400) como uno de los primeros historiadores. Tucídides estudió la historia como producto de acciones humanas, observando causas y efectos, sin intervenciones divinas (aunque a Tucídides le podemos reprochar que se tomaba la libertad de inventar discursos para atribuírselos a ciertos personajes). Antes de Tucídides, la historia era vista como producto del Destino (que entre los griegos era el dios más poderoso), los actos de los seres humanos ni cambiaban, ni hacían, ni movían la historia, sino que todo era obra divina. Antiguamente, los historiadores querían, con sus relatos, dar ejemplos a seguir, es por eso que personas como Tucídides inventaban discursos heroicos en boca de ciertos personajes.
Entre los filósofos griegos, tenemos dos opiniones importantes relacionadas con la historia. Para Platón, el progreso que acontecía en la historia era producto divino, mientras que la decadencia y los errores históricos eran productos de las obras humanas. Por otro lado, Aristóteles en su libro Poética, donde analiza la naturaleza de la poesía griega, menciona que la poesía es superior a la historia, ya que la primera relata lo que debería ser, no lo que en verdad es como lo hace la historia. Es decir, pone la belleza de las cosas encima de la verdad de ellas; una concepción extraña para uno de los filósofos más racionales de occidente.
Debido a la subjetividad de las fuentes, surge el principal problema metoológico de la historia, ¿qué fuentes son confiables y cuáles otras sólo sirven a sus propios intereses?. Además, se desprende otra pregunta, ¿quién escribe la historia? ¿la versión de quién es la que predomina y por qué?
Para resolver los problemas teóricos sobre la historia, existe una rama del saber llamada filosofía de la historia. Esta rama especula, además, un posible fin teleológico en la historia, es decir, se pregunta si ella tiene un diseño específico, un principio, un director o una finalidad.
Hay tres cuestiones básicas que se pregunta la filosofía de la historia:
1. ¿Cuál es el sujeto propio del estudio del pasado humano? ¿el individuo? ¿la cultura? ¿toda la humanidad?.
2. ¿Hay patrones en la historia? (¿los ciclos se repiten? ¿existe el progreso?) ¿o no los hay y la historia carece de sentido?
3. Si existe el progreso, ¿cuál es su dirección?


I. ACTIVIDADES.
1.- Busca dos definiciones de historia
2.- Anota tu opinión (y dudas, si las hay) sobre el texto anterior, ¿qué te parece interesante? ¿qué te resulta extraño?

II. Con tus propias palabras, contesta las siguientes preguntas.
1.- ¿Por qué la historia comienza con la escritura?
2.- ¿Por qué podemos decir que las culturas con escritura poseen más memoria que las culturas orales?
3.- ¿Por qué consideramos a Tucídides como uno de los primeros historiadores?
4.- ¿Por qué, para Aristóteles, la poesía es superior a la historia? ¿Qué opinas sobre esta concepción de Aristóteles?
5.- ¿Cuál es el principal problema metodológico de la historia?
6.- ¿Qué es la filosofía de la historia y cuales son las tres cuestiones básicas que trata?